¿En tu nube o en la mía?

Por Sergi Garcia, Marketing Executive en Claranet.

Antes de migrar al Cloud Computing es preciso comprender qué tipo de servicio se necesita y cómo esta necesidad puede cambiar.

Parece que no queda empresa alguna por descubrir que la Tierra es redonda y el Cloud Computing beneficioso. Flexibilidad, disponibilidad, ubicuidad, seguridad, ahorro, eficiencia… Una vez digeridas las bondades de la nube toca hilar más fino, toca diseccionar los dos tipos imperantes de servicio Cloud, el público y el privado, no para concluir qué modelo es mejor sino qué se le puede exigir a cada uno.

Cloud Público: en muy poco, por muy poco

Probablemente el público sea el más extendido de los servicios Cloud actuales. Tiene lógica pensarlo dadas su rapidez de implementación y su accesibilidad económica. Estos dos rasgos, los principales, derivan de su naturaleza de infraestructura compartida: en este formato, varios clientes alojan en una misma máquina física sus servidores virtuales dividiéndose, según configuración, los recursos de procesamiento, memoria y conexión disponibles. En su versión más básica, todos ellos se reparten, pues, máquina, mantenimiento y accesos a disco, firewall y redes, pero también su coste. ¿Convierte esto en vulnerable el modelo de nube pública? En ningún caso: la seguridad la debe garantizar el proveedor del servicio, responsable del uso que hace el conjunto de clientes, no el sistema empleado.

Cloud Privado: exclusividad

Diversas empresas y actores del sector TI entienden por Cloud privado una infraestructura virtualizada que se ubica físicamente en el mismo lugar donde se encuentra su cliente. Sin embargo, ¿no es esta noción in-house algo contradictoria con la naturaleza misma del Cloud? La virtualización, que permite tener los datos y aplicaciones a mil kilómetros como encima de la mesa (de tantas mesas como se quiera), parece pedir como siguiente paso natural la externalización de esos recursos y de su gestión. ¿Qué ventajas aporta esta decisión? Por lo pronto, tres: la división de peligros físicos; la concentración de recursos humanos en el negocio propio; y la seguridad que aportan un equipo y unas instalaciones especializados. Para un proveedor de servicios TI como Claranet, la gestión de la infraestructura Cloud en sus Data center es una garantía elemental para el rendimiento óptimo de un Cloud pensado para servir a un solo cliente.

Esa es la característica clave de la nube privada, exclusividad: todos los recursos de la máquina física están a disposición del cliente para que éste pueda optimizar su rendimiento. ¿Implica entonces la externalización pérdida de control sobre lo contratado? Sólo en la medida que el cliente lo desee. En nuestro caso, la asignación de recursos de los servidores virtuales, la monitorización y tareas como realización de snapshots queda a cargo del usuario si éste desea asumir su gestión. Incluso el acceso al controlador de hipervisor puede solicitarse también, reafirmando esa apuesta por la personalización que brinda la nube privada.

Cloud al fin y al cabo

Las necesidades de una empresa pueden cambiar; el servicio debe ser siempre óptimo. De ahí que lo verdaderamente importante a la hora de migrar a la nube, pública o privada, sea elegir al proveedor que mejor se adapte tanto al presente como a los posibles cambios de una estrategia de negocio. Esa es una de las premisas básicas que Claranet, en sus casi veinte años de experiencia como proveedor de servicios TI, tiene en mente a la hora de implementar un servicio de Cloud Hosting. Por eso, tanto el Cloud privado como el público de Claranet son modelos flexibles, escalables y seguros, diseñados para garantizar alta disponibilidad, integridad y confidencialidad de los datos sobre la base del mantenimiento y la mejora continuos. En la misma línea, desde la implantación del servicio el cliente conoce los recursos que usa (Claranet no hace overcommit de memoria RAM ni de disco) y puede ampliarlos según evolucione su necesidad, pagando estrictamente por esos recursos.