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Análisis del progreso y potencial de las Smart Cities en la calidad de vida de los ciudadanos

McKinsey & Company, firma líder en consultoría de gestión a nivel mundial, ha dado a conocer en el marco del Smart Cities Expo World Congress que se celebra estos días en Barcelona las conclusiones de su último estudio en torno a las ciudades del futuro. Elaborado por McKinsey Global Institute (MGI), el documento, titulado “Smart Cities: Soluciones digitales para un futuro más habitable” ha sido presentado por Antonio de Gregorio, socio de McKinsey & Company.

Según el informe, que analiza docenas de aplicaciones tecnológicas, es clave que las “Smart Cities” del futuro sitúen al ciudadano como el punto central de todas sus políticas. Se trata de utilizar la tecnología y los datos para tomar decisiones más acertadas y brindar una mayor calidad de vida, situando al ciudadano en el centro de las políticas de las instituciones públicas encaminadas al progreso de las ciudades inteligentes. De esta manera, según apunta el informe, la tecnología servirá para mejorar el día a día de los habitantes urbanos en ámbitos como la seguridad, la salud, el medio ambiente o el tiempo de transporte de un punto a otro. Con las políticas adecuadas, algunos de estos indicadores podrían mejorar hasta un 30%.

Hay tres factores clave para que la expansión de la “inteligencia digital” mejore la calidad de vida de los ciudadanos. Por un lado, la urbe debe contar con una masa crítica de tecnología, como smartphones y conexión de alta velocidad. Todos estos avances utilizan su tecnología para generar una gran cantidad de datos relacionados con ámbitos como el estado del tráfico o la calidad del aire y los pone a disposición del usuario. El segundo factor es la generación de aplicaciones que sirvan para integrar todos estos datos. Actualmente existen aplicaciones móviles relacionadas con ámbitos tan dispares como la seguridad, la movilidad, la energía, los residuos o el agua. Finalmente, el tercer factor hace referencia a la usabilidad de esas aplicaciones. Es clave que los ciudadanos interactúen con estas herramientas para poder generar información que, a su vez, permitan a sus vecinos tomar mejores decisiones en su día a día.

La confluencia de estos tres factores puede crear “Smart Cities” que sirvan para mejorar la vida de sus habitantes y se avanzaría hacia una sostenibilidad medioambiental.

“Convertirse en una “Smart City” no es un objetivo sino el medio para un fin, materializado en responder mejor a las necesidades de los residentes de las ciudades. De acuerdo con el análisis de MGI, es fundamental que estas políticas estén diseñadas para mejorar la calidad de vida de los habitantes. En esta evolución, es importante la colaboración público-privada. Aunque las políticas formen parte del sector público de manera natural, el 60% de la inversión inicial podría venir de capital privado, de manera que los organismos públicos puedan centrarse en el desarrollo de esas políticas”, apunta Antonio de Gregorio, socio de McKinsey & Company.

Los resultados del estudio indican que, para el año 2025, las urbes que desarrollen soluciones inteligentes de movilidad podrían recortar los tiempos de transporte entre un 15% o un 20%. En grandes ciudades con una red de transporte eficiente los ciudadanos podrían ahorrar unos 15 minutos de su tiempo al día, mientras que, en ciudades con mayores densidades de tráfico, cada habitante podría disfrutar de hasta 30 minutos más al día.

Por su parte, el desarrollo de la inteligencia digital podría suponer que delitos como el robo de vehículos, el hurto o el asalto disminuyan entre un 30% y un 40%. De esta forma, los accidentes mortales provocados por incendios, accidentes de tráfico u homicidios podrían descender entre un 8% y un 10%.

De igual forma, la implementación de tecnologías que mejoren la eficiencia de la red de aguas podría permitir ahorrar entre 25 y 80 litros de agua por persona al día. En este sentido, el uso de la tecnología podría incrementar la eficiencia del gasto energético o del uso del terreno disponible para la construcción de viviendas. Con unas políticas adecuadas, un ciudadano medio podría ahorrar hasta el 3% en gastos anuales.

El estudio analizó también la implantación de las tecnologías “Smart” en cincuenta metrópolis de todo el mundo. A pesar de que, en las zonas urbanas más ricas, la integración digital está más avanzada, a todas ellas les queda un largo camino por recorrer para poder maximizar las ventajas que la tecnología ofrece a la hora de mejorar las condiciones de vida de los urbanitas del siglo XXI.

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