- Por Phil Le-Brun, director de estrategia empresarial, Amazon Web Services.
Cuánto cambian las cosas en tan solo unos meses. Hace poco más de un año, la supervivencia era la principal preocupación y la veíamos en peligro a manos de un teletrabajo inevitable, la fragilidad de las cadenas de suministro y el veloz ritmo al que cambiaban los hábitos de compra y las expectativas de los consumidores.
Algunas empresas, como las de los sectores del viaje y la hostelería, se han visto forzadas a recortar dramáticamente sus servicios o pivotar a ámbitos completamente diferentes de la noche a la mañana. Mientras, otras empresas, como los supermercados, han tenido que redoblar sus esfuerzos para cubrir los enormes picos de demanda que han recibido de manos de sus consumidores. Sin embargo, a pesar de todas las dificultades que la pandemia ha representado para muchos negocios, también ha servido de catalizador para la adopción de la nube y para la transformación digital. A lo largo de aproximadamente los últimos 18 meses hemos visto cómo cada vez más compañías recurrían a la nube.
Para poder entender mejor cómo las empresas han conseguido reinventar sus negocios durante la pandemia de COVID-19 sin tener una hoja de ruta de qué iba a suceder a continuación, Amazon Web Services (AWS) encargó la realización de un estudio en el que se entrevistaba a 10.000 directivos y ejecutivos del ámbito de las nuevas tecnologías, en países como Alemania, España, Francia, Israel y el Reino Unido. El título del estudio, Reinventarse sin hoja de ruta (Reinventing without a roadmap) busca identificar qué han aprendido las empresas en este proceso y dar con las claves de cómo los entrevistados aspiran a que sus organizaciones evolucionen a partir de lo vivido y continúen creciendo en la normalidad de la pandemia.
Al leer el estudio, lo que queda patente es que esas hojas de ruta que cubren múltiples años, y que tanto cuesta negociar dentro de las empresas, pueden transmitirnos una agradable sensación de control pero, si realmente somos honestos con nosotros mismos, veremos que rara vez son de utilidad en muchos ámbitos y sectores que son impredecibles y volátiles por naturaleza. Nos transmiten la sensación de creer que podemos predecir y controlar el futuro. Y, no obstante, los rápidos cambios en los sentimientos de los consumidores y las normas sociales, las expectativas de sostenibilidad, las intrigas geopolíticas y las incertidumbres macroeconómicas no hacen sino aumentar la presión hacia los negocios de obtener mejores resultados más rápidamente y sin incrementar los costes. Es precisamente por ello que establecerse un ambicioso objetivo guía y empezar a ofrecer valor de forma iterativa en periodos más cortos de tiempo se está convirtiendo rápidamente en la forma más pragmática de responder ante nuevas circunstancias. Este planteamiento ayuda a las empresas a aprender rápidamente y a ofrecer valor incremental de forma más predecible.
En el caso de las empresas que se aferran a formas anticuadas de trabajar, la brecha entre su capacidad de respuesta y las expectativas de sus consumidores no hace sino crecer día a día. Como consecuencia de todo ello, estas empresas también se verán ante el desafío de atraer y captar personal y garantizar su continuidad. Dicho lisa y llanamente, ¿quién quiere trabajar para una compañía en la que el trabajador carece de autonomía, dominio y metas, cuando hay otras que nos permitirán crecer y desarrollarnos?
Esta es una llamada de atención para quienes lideran la transformación de sus organizaciones. Si no habéis acelerado vuestro ritmo de innovación recientemente, es más que probable que el resto de empresas os vayan dejando atrás, como deja patente el hecho de que, de media, las empresas han visto acelerados sus planes de transformación en una media de casi dos años y medio.
Además, los nuevos competidores de cada ámbito también van obteniendo cada vez más cuota de mercado. Según nuestro estudio, casi la mitad de los directivos encuestados afirma que nuevos competidores en sus respectivos mercados han sido capaces de adoptar las tecnologías de nube más rápidamente y, como consecuencia de ello, han incrementado su cuota de mercado.
Lo que me resulta especialmente llamativo de este estudio es cómo la mayoría de directivos encuestados ha comprendido que la mayor amenaza a su futuro no es el cambio sino permanecer en el statu quo. Al fin hemos comprendido que es preferible convertirnos en revolucionarios de nuestros respectivos ámbitos a vernos atrapados en las revoluciones causadas por nuestros competidores, el mercado o los cambios en el mundo que nos rodea.
Hoy en día, las empresas están mejor posicionadas que nunca para seguir floreciendo en un nuevo panorama de competición. El 73% de los directivos encuestados afirma contar con una estrategia clara con la que aprovechar las oportunidades que se presenten.
Durante décadas, muchas economías han visto cómo la complejidad organizativa superaba con creces la complejidad del negocio. A pesar de ello, las iniciativas que hemos visto destinadas a abordar el problema han tenido éxito en un número insuficiente de empresas. La crisis que la pandemia ha traído consigo ha suscitado una respuesta en las compañías, sacándolas del statu quo por pura necesidad. Esto las ha llevado a depositar más confianza en sus empleados, a asumir riesgos calculados para aprender más rápidamente, y a implementar velozmente experimentos exitosos o pivotar en función de lo aprendido.
Muchos de los directivos a los que hemos encuestado nos comentan que sus organizaciones se han crecido ante el reto y han adoptado la agilidad como una nueva ventaja en términos de competitividad, aprendiendo rápidamente de sus clientes sin una guía, en lugar de seguir ciegamente una hoja de ruta trazada a partir de suposiciones y deseos.
La cultura de la empresa, la calidad de su liderazgo y sus tecnologías han sido los factores que han marcado la diferencia en la progresión de las empresas durante esta pandemia. La crisis ha representado una llamada de atención que ha servido para que muchos se den cuenta de que una toma ágil de decisiones centrada obsesivamente en el cliente ofrece resultados mucho mejores que el funcionamiento lento e introspectivo de muchas organizaciones. No es puramente una cuestión de reaccionar ante las crisis, sino de responder continuamente a las circunstancias, seas cuales sean, y de hacer las delicias de los clientes.
El 54% de las organizaciones españolas encuestadas espera continuar transformando su negocio, a pesar de que el 49% ha encontrado dificultades a la hora de comprender y responder ante las nuevas demandas de su clientela. Una transformación auténtica nunca termina del todo; de lo contrario es el statu quo el que vuelve a tomar el control.
El éxito será para aquellos que se valgan de lo aprendido aquí y aborden el futuro con vigor y agilidad. Y sí, la nube es un elemento clave de este proceso. Si tuvierais un millón más de libras, euros o shekels para invertir, ¿en qué lo invertiríais? ¿En construir vuestra propia planta de generación eléctrica? Al fin y a la postre, la electricidad es esencial para la empresa, ¿no? Por supuesto que no. Hay otros que pueden ofrecernos esto mismo de forma más eficaz, fiable y segura, lo que nos brinda el tiempo para concentrar nuestros esfuerzos en diferenciarnos de forma creativa frente a nuestros competidores. En el caso de la nube, la situación es la misma. La nube nos permite eliminar nuestra dependencia de interminables negociaciones en torno a licencias, enormes inversiones en centros de datos y una reticencia a experimentar producida por sus costes económicos, al tiempo que aumenta nuestra fiabilidad, seguridad y capacidad para variar nuestra escala. La nube libera a nuestros empleados y les permite innovar.
Mientas que la nueva generación de empresas que ha surgido durante la pandemia de COVID-19 reconoce su capacidad de ser más ágil, no debe apartar la vista de los problemas más inmediatos. De cara al futuro, será crucial que las empresas mantengan sus miras puestas en reinventarse, garantizando que el statu quo no se interponga en su senda hacia la transformación digital.
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