Romper el pacto de silencio: los centros de datos y el consumo de agua

Cada vez en más países de Europa se suceden asfixiantes y tempranas olas de calor, y según cálculos de la ONU, “un déficit del 40% de los recursos de agua dulce para 2030, sumado al aumento de la población mundial (según las estimaciones actuales), están dirigiendo al mundo hacia una crisis mundial del agua”.

En este contexto, los stakeholders digitales deben cumplir con su parte en la protección de este recurso inestimable. A pesar de que las tecnologías digitales y la nube se consideran inmateriales erróneamente, requieren enormes cantidades de agua.

Como cualquier otra máquina, un ordenador convierte la energía eléctrica que lo alimenta en energía térmica: el efecto Joule. Esto significa que los centros de datos, que contienen decenas de miles de estas máquinas, necesitan evacuar este calor y mantenerse fríos para ofrecer unas condiciones aceptables para su funcionamiento. Para hacer esto posible existen varias soluciones: recoger el calor para otros usos, utilizar tecnologías de refrigeración de alto consumo energético y/o recurrir al agua para bajar la temperatura, sobre todo mediante la evaporación.

Cuando los centros de datos recurren a una reducción en el consumo de electricidad para refrigerarse, suele conllevar el uso de sistemas que requieren enormes cantidades de agua. Esta alternativa es muy adecuada para los grandes operadores que quieren mostrar unas métricas de “rendimiento energético” cada vez mejores, especialmente reduciendo su Eficiencia de Uso de la Energía (PUE, por sus siglas en inglés – Power Usage Effectiveness), un estándar que mide la eficiencia energética de un centro de datos. El PUE sirve principalmente para medir la refrigeración de un centro de datos, pero sólo tiene en cuenta el uso de la electricidad, omitiendo por completo el consumo de agua. Menos electricidad, pero más agua: es pan para hoy y hambre para mañana, y no resolver el problema por el camino.

Es necesario dar la voz de alarma porque la situación es grave. En 2014, los centros de datos de Estados Unidos consumieron 626.000 millones de litros de agua, y en 2020 se estima un consumo de 660.000 millones de litros. Estas infraestructuras, necesarias para el funcionamiento de Internet, consumen hasta 3,8 millones de litros de agua cada día, incluso en zonas áridas. A medida que aumenta nuestro consumo diario de recursos digitales, están surgiendo grandes centros de datos por todas partes, y es probable que el sector se encuentre ya entre las 10 industrias que más agua consumen en todo el mundo.

Por supuesto, al sector de los centros de datos no le interesa que se conozcan estas cifras, por lo que se mantiene una falta de transparencia que absuelve a la industria de cualquier comunicación pública. Los gigantes digitales usan razones convincentes como la confidencialidad empresarial, la protección de los datos de los clientes y la seguridad nacional para evitarlo y, sin embargo, sin transparencia de datos es imposible mejorar. Dado que menos de un tercio de los operadores de centros de datos llevan la cuenta de su consumo de agua, ninguna autoridad ni expertos científicos disponen de cifras claras, objetivas y coherentes a nivel macro (regional, nacional, europeo) o micro (centro de datos individual).

Aunque el consumo de agua de los centros de datos ha sido durante mucho tiempo un tabú, empiezan a llover las críticas. En los Países Bajos, la provincia de Holanda Septentrional corre el riesgo de sufrir escasez de agua potable debido a su consumo excesivo por parte de los centros de datos. En Irlanda, algunos políticos empiezan a movilizarse ante la preocupación por una posible escasez de agua. En Francia, Luxemburgo y Alemania, varios proyectos de mega centros de datos también están suscitando cada vez más preguntas y críticas.

Las iniciativas puestas en marcha recientemente por el sector para dar respuesta al aumento de la preocupación están resultando insuficientes, como el Climate Neutral Data Center Pact lanzado a principios de 2021, que ha tenido poco impacto. Si no se fomenta una verdadera transparencia, todos los objetivos fijados para la conservación del agua serán inútiles. De hecho, muchos players del sector ya los han alcanzado, lo que demuestra que no eran tan ambicioso como pretendían ser. Ante el fracaso de la autorregulación, las autoridades europeas y nacionales tienen un papel clave para romper urgentemente el pacto de silencio que rodea al consumo de agua en los centros de datos.

La buena noticia es que el sector de los centros de datos y la nube en Europa cuenta con pymes y médium-caps (empresas de mediana capitalización) que están a la vanguardia de la innovación y la transparencia medioambiental. Estas empresas demuestran que es posible encontrar un equilibrio entre el rendimiento cloud, la gestión responsable de los recursos y el atractivo local. Gestionar las infraestructuras de las que tanto dependen nuestras sociedades digitales no exime a los centros de datos de demostrar un rendimiento medioambiental ejemplar. Si queremos que los resultados del desarrollo del sector digital sean positivos y sostenibles, los operadores de centros de datos deberían liderar este camino.

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4 Comentarios
  1. ProsiNet (@prosinet) dice

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  4. StackedCloud (@StackedCloud) dice

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