La confianza digital va mucho más allá de la ciberseguridad

• Por Chris Dimitriadis, director de Estrategia Global, ISACA.

Los numerosos casos de fuga de datos de los últimos años, además de captar la atención del público, han puesto en peligro a miles de empresas en todo el mundo. Si bien es cierto que este tema se ha hecho mucho más conocido, no debemos olvidar que la seguridad es sólo una parte más de un reto mayor al que los directivos empresariales deben dar prioridad: la confianza digital o Digital Trust por su acepción anglosajona.

La confianza digital definida por la asociación global de tecnología ISACA es “la confiabilidad en la integridad de las relaciones, interacciones y transacciones entre proveedores y usuarios dentro de un ecosistema digital integrado». La confianza es difícil de ganar y, sin embargo, en la actual economía digital, es una cuestión de extrema relevancia para cualquier organización cuyo objetivo busque captar  y fidelizar a sus clientes. Es comprensible que tanto los clientes como otras partes interesadas se hayan vuelto escépticos respecto a la forma en que se usan y protegen sus datos. El entorno tecnológico y normativo actual es demasiado complejo y evoluciona a gran velocidad, lo que impide que la confianza digital sea viable sin  un planteamiento holístico e integral que incluya la seguridad, además de otros componentes esenciales de la confianza digital, como la privacidad, el riesgo, la seguridad, la gobernanza, la calidad y la transparencia.

Contar con un equipo de seguridad eficaz es necesario, pero no suficiente cuando el objetivo final es conseguir y mantener la confianza digital. El principal medio para alcanzar el éxito en la confianza digital es la colaboración, sin embargo, puede ser una tarea complicada  para las organizaciones evolucionar por encima de los silos existentes, que con frecuencia les impiden avanzar. Según la nueva encuesta de ISACA sobre el Estado de la Confianza Digital, sólo el 12% de los encuestados a nivel mundial considera que hay suficiente colaboración entre los profesionales que trabajan en los distintos ámbitos ligados a la confianza digital. En la encuesta se señala a los profesionales de estrategia y gobernanza de TI como las funciones principales para el fortalecimiento de la confianza digital, más incluso que los profesionales de otras áreas como seguridad, TI, riesgo y compliance y privacidad.

La pregunta es la siguiente: ¿cómo pueden las empresas liberarse de los silos y conseguir poner en marcha la colaboración necesaria para crear la tan necesaria confianza digital? El punto de partida se encuentra en la educación y formación del personal. Si se dedica tiempo y se dialoga de forma continua con los compañeros de otros departamentos, los profesionales pueden ser mucho más eficaces a la hora de trabajar de forma interfuncional y comprender mejor cómo encaja su función específica en la del resto del equipo. En el ámbito de la ciberseguridad, por ejemplo, entender cómo se dirige e implementa un proyecto de transformación digital ayuda a alinear a la ciberseguridad con la cuenta de resultados y los requisitos de tiempo de comercialización del proyecto. También ayuda a comprender los requisitos de seguridad, de modo que cualquier solución presentada se integra en el proceso de auditoría. Los profesionales de ciberseguridad más valorados suelen ser los que son capaces de integrar la ciberseguridad de una manera eficiente y orientada a los resultados en función de los objetivos empresariales específicos.

La colaboración que se requiere dentro de una empresa para generar confianza digital va más allá de las típicas profesiones de TI que en principio podríamos pensar que son las que están más relacionadas con ella. Áreas como recursos humanos, marketing y otros departamentos desempeñan un papel muy importante para explicar la importancia de la confianza digital en una empresa. No importa lo fuerte que sea la colaboración entre los distintos departamentos o el compromiso que la organización esté asumiendo con la confianza digital. Si ese éxito no se comunica y no llega a los clientes y a las partes interesadas de una manera convincente que consiga traspasar el inicial escepticismo predominante, no se traducirá en ventaja competitiva. Hay que detallar con claridad qué prácticas de confianza digital se han puesto en marcha y por qué son importantes (por ejemplo: menos brechas, datos más fiables, mayor capacidad de innovación), adaptándolo al interés particular del stakeholder.

Por supuesto, para que los ejemplos de éxito de la confianza digital tengan eco, tiene que haber mediciones y progresos tangibles que se puedan comunicar. ISACA, conocida en todo el mundo por su marco de gobernanza COBIT, está elaborando ahora un Marco del Ecosistema de Confianza Digital que proporcionará a las organizaciones una orientación continua y una visión holística de su progreso en materia de confianza digital. Como todo lo que tiene sentido en nuestro entorno empresarial moderno, la confianza digital debe medirse, y la implementación de un marco supone una manera para que las organizaciones mejoren su rendimiento y puedan mostrar de forma fehaciente por qué se puede confiar en ellas.

El conjunto de amenazas y retos a los que deben enfrentarse las empresas modernas puede ser abrumador. Continuamente surgen nuevas amenazas cibernéticas, nuevos riesgos derivados de las tecnologías emergentes, nuevas normativas que cumplir y la presión constante de seguir el ritmo de unos mercados que se mueven cada vez más rápido. Cada una de estas áreas, si no se maneja correctamente, tiene el potencial de afectar seriamente a la reputación de la empresa, y no hay ninguna función organizativa que pueda mitigar por completo este aluvión de desafíos. Por el contrario, si se coordinan y aprovechan las capacidades colectivas, las empresas pueden convertir la búsqueda de la confianza digital como la pieza fundamental de un modelo de empresa moderno y exitoso.