Día Mundial del WiFi
El Día Mundial del WiFi, que se celebra hoy 20 de junio, tiene como objetivo destacar la importancia del WiFi en la conexión digital de comunidades y ciudades, es decir, para conectar digitalmente el mundo. Furukawa aporta su enfoque sobre cómo las telecomunicaciones y tecnologías como el Internet de las Cosas (IoT) están impactando en el día a día de las comunidades.
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El Internet de las Cosas (IoT) está generando una serie de cambios que se traducen en nuevos paradigmas en todos los ámbitos sociales. Por ejemplo, en las empresas se observa una integración entre las tecnologías operativas y las tecnologías de la información (TI), que anteriormente se comprendían como áreas completamente separadas dentro de las organizaciones.
En una escala más global, el IoT representa la piedra angular para la formación de las ciudades inteligentes, urbes en donde la tecnología juega un rol fundamental para aportar una mejor calidad de vida a sus habitantes, un mayor cuidado del medioambiente y, por supuesto, un alto nivel de productividad económica. Estas ciudades, que concentrarán el PBI (Producto Bruto Interno) del mundo en la próxima década, requieren, como condición indispensable para convertirse en inteligentes, impulsar junto al desarrollo de su infraestructura física (autopistas, aeropuertos, edificios, etc.) la creación o el fortalecimiento de una infraestructura lógica. Esto es, una infraestructura de TI y telecomunicaciones eficiente y apta para un escenario altamente demandante.
El factor común es el crecimiento del flujo de información. Más que nunca, hoy convivimos con un volumen enorme de datos disponible para ser transmitido y analizado en tiempo real, para convertirse en información útil para una toma de decisiones rápida y efectiva. Se ve reflejado en el hecho de que, cada día, vemos más dispositivos, sensores, chips incorporados a objetos y máquinas que envían y reciben información a través de Internet sin la necesidad de intervención humana durante este proceso.
Asimismo, el desarrollo de la IoT sumada a la aplicación de la Inteligencia Artificial (IA), nos pone ante un mundo “ciberfísico”, en donde existe una integración y combinación entre elementos materiales y lógicos, en el que serán cada vez más comunes, por ejemplo, los robots simbióticos.
Nuestros hogares, empresas y ciudades irán conformando así verdaderos “ecosistemas” de información. Por ello, las expectativas y desafíos que existen hoy en cuanto al desarrollo de la infraestructura de TI y telecomunicaciones necesaria para los países no es una cuestión trivial.
De esa infraestructura dependerá si dichos ecosistemas puedan integrarse y “dialogar” con otros, o conformar una especie de “cerebro digital”, dotado de millones de “neuronas” que necesitan de redes con un mayor ancho de banda, velocidad y seguridad para desplegar su inteligencia colectivamente.
Estas condiciones son, precisamente, las promesas de dos tecnologías que hoy concentran las inversiones en las telecomunicaciones a nivel global y que están marcando un auténtico punto de inflexión en el desarrollo tecnológico.
Por un lado, encontramos a las redes de quinta generación (5G) que multiplicarán por diez la capacidad de las actuales redes 4G permitiendo materializar la IoT y desplegar la IA en tareas más críticas como sucede, por ejemplo, con aplicaciones en salud.
Y, por otro, y aportando también en el despliegue de las propias redes 5G, encontramos la fibra óptica. Tecnología más económica, perdurable y de mejor desempeño que el cobre y que, al llegar prácticamente al “escritorio”, se está convirtiendo en la “autopista” para garantizar el flujo del mayor tesoro de nuestros días: la información. La fibra óptica está concebida como la solución de conectividad indispensable en los procesos actuales de digitalización, apta no solo para soportar las demandas crecientes, sino para enfrentar la rápida evolución tecnológica de las redes y las telecomunicaciones. El crecimiento de las ciudades inteligentes y aplicaciones como vehículos autónomos hacen necesaria una infraestructura de alta disponibilidad y baja latencia, es decir un canal muy potente por donde fluyen inmensos volúmenes de datos en tiempo real.
El despliegue de estas tecnologías a través de iniciativas públicas, privadas o mixtas es tan importante para los países como lo fue en su momento la construcción de carreteras o líneas de ferrocarriles. Con la gran diferencia de que la autopista digital nos lleva a máxima velocidad, inequívoca y probadamente, a un solo lugar: el desarrollo económico y social.
Conectividad para soportar el alto consumo
El uso del internet y de las redes sociales creció exponencialmente. Si bien esto era algo anticipado, a partir del aislamiento social el crecimiento fue mucho mayor de lo esperado.
Según datos del INE, en España, durante el pasado año, el 94,5 % de la población de 16 a 74 años ha utilizado Internet en los últimos tres meses, 0,6 puntos más que en 2021. Este porcentaje supone un total de 33,5 millones de usuarios. El uso de Internet es un fenómeno mayoritario en el tramo de edad de 16 a 24 años, con un 99,7 % en los hombres y un 99,8 % en las mujeres. Aunque al aumentar la edad desciende el uso de Internet, con el porcentaje más bajo en torno al 76,5 %, que corresponde al grupo de edad de 65 a 74 años.
Además, más de 40,7 millones de españoles son ya usuarios activos de las redes sociales, lo que supone que más del 85,6 % de la población emplea las redes sociales.
Esta situación ha traído cambios en las necesidades de conexión de Internet en los hogares. Antes, para los usuarios lo más importante era contar con una buena velocidad de carga para ver vídeos o descargar aplicaciones. Actualmente, es esencial tener una conexión que asegure tanto la velocidad de bajada de datos, por ejemplo para descargar vídeos, imágenes o gifs, así como la de subida, para realizar acciones como videollamadas o streaming de vídeo.
Ante este panorama, las redes de comunicaciones de fibra óptica son la mejor opción, dado que es la tecnología más rápida, fiable, duradera y proporciona una conectividad continua y de alta velocidad. Esta velocidad se debe a su tecnología de “luz”. Los cables de fibra óptica contienen un delgado pelo de vidrio por el cual se realiza la transmisión. Los usuarios que cuenten con estas redes en sus hogares descubrirán que podrán cargar y descargar contenidos mucho más rápido, incluso cuando se realizan de forma simultánea. Además, disminuye la posibilidad de latencia, ofrece una señal fiable a distancia y una gran cantidad de ancho de banda, superando el volumen de datos que pueden transmitir las redes tradicionales de cobre. Los operadores de telecomunicaciones y los proveedores de servicios de Internet (ISP) ya reconocen los beneficios de la arquitectura FTTH (fibra hasta el hogar): mayor velocidad de conexión, acceso del usuario a diferentes servicios al mismo tiempo y, sobre todo, la capacidad de satisfacer las demandas del futuro.
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