Por Anders Indset, filósofo, escritor e inversor en tecnología.
Si bien se puede argumentar que el enfoque regulatorio cauteloso de Europa podría obstaculizar la innovación y la competencia en IA en comparación con regiones más permisivas como Estados Unidos y China, el desafío es más matizado. El mundo enfrenta la doble tarea de avanzar rápidamente en tecnologías exponenciales y, al mismo tiempo, proteger a los ciudadanos de los riesgos potenciales de los sistemas de IA no regulados, como las violaciones de la privacidad y el uso indebido de datos. Esta postura regulatoria puede posicionar a Europa como líder en el establecimiento de estándares globales, ofreciendo ventajas adicionales a los primeros en adoptarlos.
Aunque se percibe que Europa está rezagada en áreas como la computación en la nube, la infraestructura, la fabricación de chips y la IA, en particular en la creación de grandes modelos de lenguaje (LLM), no son solo las regulaciones las que explican estos retrasos. Sorprendentemente, Europa se está poniendo al día gradualmente en la producción de unicornios, lo que indica un progreso a pesar de los desafíos.
Nueva revolución industrial: nuevas reglas
Las recientes dificultades de la industria automotriz, ejemplificadas por los desafíos de Volkswagen en Alemania, ponen de relieve un problema más amplio: la dificultad de anticipar escenarios futuros y adaptarse a tecnologías exponenciales. El sector automotriz alemán, que en el pasado fue reconocido por su marca global y su ingeniería de precisión, dio origen a numerosos líderes del mercado mundial, o “campeones ocultos”.
La nueva revolución industrial, caracterizada por estrategias de alto riesgo y alta recompensa, contrasta marcadamente con los enfoques más conservadores tradicionalmente asociados con Europa. Este cambio refleja una cultura estadounidense de innovación rápida y el capitalismo de Estado chino con toma de decisiones centralizada. La burocracia y la regulación excesiva en Alemania, junto con el escepticismo hacia el intercambio de datos y una tendencia a buscar la solución perfecta para problemas mal definidos, plantean desafíos importantes. El panorama fragmentado de Europa, de 27 países y 24 idiomas, se suma a la complejidad.
Sin embargo, este enfoque regulatorio también puede ofrecer ventajas. La Unión Europea, a pesar de su imagen de peso pesado en materia de regulación, podría inspirar estándares globales con sus sólidos marcos de protección de los usuarios, como el RGPD, que enfatiza la transparencia, el consentimiento y el control sobre los datos personales. Este enfoque en los derechos de los usuarios podría servir como modelo para nuevas prácticas globales.
En una economía de mercado en la que el ganador se lleva todo, donde la autonomía y la rendición de cuentas son cruciales, la postura regulatoria de Europa puede ayudar a generar confianza pública en los sistemas de IA. Si bien Europa desempeña un papel estabilizador, su enfoque en la regulación ha llevado a una percepción de rezago en innovación tecnológica, con Estados Unidos impulsando los avances y China poniéndose rápidamente al día.
La necesidad de un marco regulatorio sólido en Estados Unidos, que incluya leyes antimonopolio para fomentar la competencia, contrasta con el enfoque de la UE. El RGPD, a pesar de sus complejidades, ha establecido un estándar global para la privacidad de los datos, que potencialmente ofrece ventajas competitivas para las empresas europeas. Europa enfrenta desafíos para atraer talento y navegar en un ecosistema de capital de riesgo menos tolerante al riesgo en comparación con Silicon Valley. El principal obstáculo puede no ser las regulaciones en sí mismas, sino su implementación. Una mejor comunicación y un enfoque más fácil de usar podrían aumentar la capacidad de Europa para aprovechar eficazmente sus innovaciones regulatorias.
El lento ascenso de los unicornios europeos
A pesar de los diversos desafíos, Europa está alcanzando gradualmente a Estados Unidos y China en la producción de unicornios. Empresas como Klarna, Spotify, Revolut y Northvolt han liderado la iniciativa y, en la última década, Europa ha aumentado su participación en unicornios, aunque todavía está por detrás de sus contrapartes internacionales. El acceso al capital ha sido históricamente un obstáculo, pero los inversores internacionales ahora están dirigiendo su atención a las empresas europeas, incluidas las de tecnología cuántica como Terra Quantum e IQM, así como a las innovadoras empresas emergentes de aviación como Lilium Jet y Volocopter VoloCity. Además, las empresas emergentes de tecnología sanitaria y climática están prosperando en ecosistemas vibrantes en Londres, Barcelona y Estocolmo.
La cuestión central para Europa es si debe centrarse en proteger los activos existentes o invertir en el crecimiento futuro. El desafío no tiene tanto que ver con la regulación en sí misma como con su ejecución. El ritmo más lento de Europa fue evidente recientemente cuando los principales directores ejecutivos de las empresas estadounidenses de inteligencia artificial se reunieron con la administración Biden para discutir el futuro de la inteligencia artificial y su impacto económico. Tras la reunión, el director ejecutivo de Nvidia, Jensen Huang, señaló que la administración estaba «decidida a hacer lo máximo y hacerlo lo más rápido posible», subrayando la importancia de un enfoque colaborativo entre los líderes tecnológicos y el gobierno.
En el delicado equilibrio entre regulación e innovación, Europa podría beneficiarse de la adopción de las estrategias de velocidad, comunicación y marketing que se observan en los EE. UU. Mientras tanto, el compromiso de la UE de proteger a sus ciudadanos ofrece un modelo valioso para abordar los desafíos que plantea el rápido avance tecnológico. Mientras nos enfrentamos a una nueva revolución industrial, el enfoque de Europa en materia de regulación y protección puede contribuir significativamente a dar forma al futuro de un mundo digital e interconectado.
