A medida que la Unión Europea acelera su agenda de transformación digital, un nuevo análisis del Centro Común de Investigación (JRC) ha subrayado los importantes desafíos que tenemos por delante para alcanzar el ambicioso objetivo de garantizar que el 80% de los adultos posean al menos habilidades digitales básicas para 2030.
Una sorprendente escasez de habilidades
El estudio reciente, basado en los datos del Indicador de Competencias Digitales de Eurostat para 2023 , revela que solo el 55,6 % de la población adulta de la UE alcanza actualmente el umbral de competencia digital básica . Sin medidas urgentes y específicas, las proyecciones indican que solo el 60 % podría alcanzar estas competencias para 2030, una cifra muy inferior al objetivo de la Década Digital.
Los bajos niveles de competencias digitales entre los trabajadores manuales ponen de relieve la necesidad crucial de perfeccionamiento y reciclaje profesional. Además, el CEDEFOF afirmó en un estudio realizado el año pasado que, si bien la mayoría de los trabajadores europeos reconocen la necesidad de adquirir nuevos conocimientos y competencias para adaptarse al impacto de la IA en sus empleos durante los próximos cinco años, solo una pequeña parte ha recibido formación en IA y cree que su empresa u organización no la ofrecerá.
Competencia digital desigual según los grupos demográficos
Si bien muchos adultos han adquirido competencia en tareas cotidianas como la comunicación por correo electrónico y la interacción en redes sociales, el estudio identifica importantes carencias en áreas esenciales como la creación de contenido digital, las prácticas de ciberseguridad y el aprendizaje en línea . Estas habilidades son cruciales, ya que los lugares de trabajo europeos dependen cada vez más de la tecnología para la innovación y el crecimiento, especialmente para quienes ocupan puestos con mayor riesgo de despido debido al avance de las tecnologías, en particular la automatización impulsada por la IA y la transformación digital.
Cabe destacar que el informe revela que los adultos con menor nivel educativo y quienes desempeñan ocupaciones manuales se encuentran en una situación de marcada desventaja. Por ejemplo, mientras que el 32 % de los jóvenes de entre 16 y 24 años ya enfrenta dificultades para adquirir incluso las competencias básicas , esta cifra se dispara al 43 % entre los jóvenes con educación formal limitada. Las comunidades rurales también presentan un rezago, lo que refleja disparidades socioeconómicas más amplias.
Se necesitan políticas personalizadas e inversiones estratégicas
Para superar esta creciente brecha digital, el estudio del JRC recomienda intervenciones personalizadas centradas en los grupos más vulnerables. Entre ellas, destaca el énfasis en la formación especializada en creación de contenido digital, la mejora de la seguridad en línea y el fomento de la capacidad de resolución de problemas.
Para los grupos demográficos más jóvenes, el informe destaca la importancia de integrar la formación en habilidades digitales en la educación obligatoria y ampliar las oportunidades de formación profesional (FP) . Por otro lado, para las poblaciones de mayor edad y con menor interacción digital, las iniciativas deben apuntar a superar el 8% de adultos que declaran un uso mínimo o nulo de internet.
Paralelamente, la Comisión Europea ha presentado su propuesta para una Unión de Competencias . Esta iniciativa se centra en inversiones sólidas, el aprendizaje permanente y el reconocimiento de diversos formatos de formación. Con un presupuesto específico de 26 300 millones de euros asignados entre 2021 y 2027, el programa está diseñado para acelerar la mejora de las competencias digitales y garantizar que la UE no solo cumpla, sino que supere sus objetivos para 2030.
El camino por delante
A medida que el panorama digital continúa evolucionando, cerrar estas brechas de habilidades es imperativo para que Europa siga siendo competitiva a nivel mundial . Los responsables políticos, educadores y líderes del sector están llamados a colaborar para garantizar que la formación digital sea accesible, inclusiva y responda a la rápida evolución del entorno tecnológico.
Con el futuro digital de Europa en juego, el desafío es evidente: sin una acción concertada para apoyar a quienes corren mayor riesgo de exclusión digital, los ambiciosos objetivos de la UE podrían resultar inalcanzables. Sin embargo, con inversiones estratégicas e intervenciones políticas adaptadas, existe un camino prometedor hacia un continente más inclusivo digitalmente.